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Metaeconomía: Telos y Techne
SOBRE EL PRINCIPIO DE ESCASEZ
por Fernando Fuenzalida Vollmar
"In the Platonic dialog called Gorgias, Socrates faces the sophist Gorgias. Gorgias is a well respected public speaker and teacher of rhetoric. Often he will give a speech in a public place and Athenians will give him money for his efforts. Socrates does not accept money for his teachings and the scene is set for a showdown between Socrates and Gorgias. Socrates begins by asking Gorgias who he is. Gorgias responds that he is a teacher of persuasion. The conflict in the dialog is that Socrates is a seeker of truth. He wishes to know what justice, virtue and good are. Gorgias is a teacher of rhetoric. He believes that there is no truth, that you can convince anybody of anything. Socrates asks Gorgias to give him an example in which persuasion has value. Gorgias says that his brother is a physician and often has to convince his patients to undergo unpleasant treatments for the sake of their health. Socrates asks Gorgias, "What do you persuade the patient to do ?" Gorgias responds "Whatever my brother wants the patient to do." There is a moment of realization as Gorgias sees that his art is all technique. While Gorgias is a master of rhetoric and can convince anyone of anything, he is lacking in the knowledge of what he should be persuading people of. He is diminished next to Socrates who is attempting to find out how things should be. While his technique is dazzling, it gets him nowhere. This dialog emphasizes the different between telos (how things should be) and techne or technique (how to make things that way). It is exactly the problem that we have with technology today. There are many Gorgian software developers who can dazzle you with technique. They can make multicolored objects move on the screen. They can recite version numbers and acronyms. They can talk about capacities and capabilities. But when you say "What is the point or what are you trying to do ?" they balk just as the sophists balked at Socrates. I do not mean to condemn modern technology. I think technology is wonderful. Technology is my stock in trade and I spend many fascinating hours learning and applying information technologies. But after all, technology is just embodied technique. And if you cannot answer the question - What should you be doing ? - technique and technology are without value".
Oct 9, 1997
John M. Artz
1. La discusión económica sobre el principio de escasez reposa sobre una más antigua discusión, de carácter filosófico, acerca de la última realidad de la materia y de la naturaleza y el carácter de sus potencialidades. Desde hace por lo menos dos milenios, en el espacio civilizatorio de occidente, esta clase de discusiones filosóficas siguen encontrandose enmarcadas dentro de los contextos y los términos originalmente establecidos por las reflexiones de la filosofía griega de la era presocrática y la síntesis aristótelica de estas discusiones, en los siglos que van entre el VIII y el IV A.C. Desde entonces el pensamiento occidental mentiene la tendencia recurrente a buscar un nuevo apoyo en esas mismas fuentes cada vez que los paradigmas de su teología o de sus ciencias entran en estado crítico. El momento contemporáneo no constituye una excepción y eso determina la relevancia de un retorno a las definiciones originarias en lo que respecta a este problema.
2. La filosofía griega clásica, más allá de las particulares desacuerdos entre los partidarios presocráticos de una naturaleza originaria única o monistas y los de una múltiple o pluralista concuerdan en aceptar el supuesto de una Materia Prima universal indiferenciada y carente de cualidades en sentido propio ---incluída la de la cantidad--- cuya única definición en el lenguaje racional sería la de ser potencia o dinamicidad, potencialidad o posibilidad eterna, pasiva, indeterminada, indiferente, omnivalente, ilimitada e infinita: la Hylé (originariamente cualidad enmarañada de un bosque inculto).Las ideas desarrolladas en torno de la hylé encontraron su síntesis más estable en la filosofía de Aristóteles (fundamentalmente en su Metafísica, su Física y su tratado sobre la Generación y Corrupción). La influencia de esta síntesis se ha dejado sentir sucesivamente en el pensamiento Escolástico medioeval, en el de pensadores como Francis Bacon e Isaac Newton en la fundación de la ciencia moderna, en el de la escuela francesa de sociología desde Henri de Saint-Simon y Auguste Comte hasta Emile Durkeim y --en Gran Bretaña-- Herbert Spencer y en el de la escuela económica sustantivista de Karl Polanyi en tiempos más recientes entre otros.
3. Frente a este principio se reconoce un principio complementario que es el de la Forma o Eidos (imagen, apariencia), principio activo o energético por cuya operación se determina y diferencia la indeterminación e indiferenciación de la materia y su potencialidad se traduce en acto (para algunos filósofos la forma es idea, para otros idéntica al alma, para otros al número eterno, para otros a la ley natural, para otros a la condición de existencia del ente). Por sobre materia y forma se constituye el telos, objetivo, fin, cumplimiento, realización o acto puro al cual los filósofos han identificado a lo largo de la historia con la Divinidad. Y así como la forma interviene como factor de mediación agente entre telos y materia, entre la forma y la materia emerge la mediación de la eficiencia o Hyfu. Aristóteles deriva de esta sucesión de mediaciones su doctrina de la pluricausalidad de los fenómenos basada en la combinación de cuatro causas: final, formal, eficiente y material.
4. Como originada en la unión indisoluble y eterna entre materia y forma, entre potencialidad dinámica y energía formal se reconoce en estos pensadores el principio de la Naturaleza o Físis (lo que brota) que emerge de la potencialidad infinita de la materia y su expande como tiempo y como espacio desplegando en forma cualificada y diferenciada esa potencialidad. Desde los tiempos de la más remota mitología este despliegue se entiende como de carácter orgánico y no mecánico (imagen mítica del universo como un árbol, un hombre o un animal gigante nacidos de una semilla-potencia y dotados de una materia-cuerpo y una forma-vida-alma-savia compartidos por todos sus hijos). Para Aristóteles se entiende como dotado de una triple fase: generación, alteración y corrupción (genesis, metabolé y fzora), cíclo-expansiva, análoga a la que va de la semilla al fruto y su semilla y que conduce a una expansión multiplicativa de carácter infinito. Deriva la Ley de Lavoissier: nada se crea ni destruye, todo se transforma. El liberal Herbert Spencer en el siglo XIX retomó la idea y la reformuló en su teoría de la evolución social (First Principles y Principles of the Sociology).Es su mejor expositor contemporáneo. La naturaleza aparece necesariamente desde esta perspectiva como una fuente inagotable de los recursos y las formas. Una madre generosa que los griegos personificaron como la Diana de Efeso, madre del millar de pechos.
5. En la visión aristotélica, el hombre ---parte orgánica él mismo de la naturaleza--- aparece como el agente eficaz, mediador del telos y la forma ante la potencia de la naturaleza en la que se oculta la infinitud de lo posible Su relación con ella se entiende como un diálogo --una dialéctica-- en la que no se manda a la naturaleza sino obedeciendola (Bacon, parte II del Novum Organum aforismo CXXIX). El objetivo de éste diálogo es un desocultamiento mútuo. Y de éste surgen como hermanos gemelos la ciencia o episteme y la técnica o techné (habilidad del artesano), las cuales se muestran como inseparables.El objeto de tal desocultar ---sostiene Bacon al fundamentar la ciencia experimental en el LXXXI aforismo de sus Aforismos sobre la Interpretación de la Naturaleza y el reino del Hombre--- es proveer al hombre nuevos recursos y solucionar problemas prácticos y concretos de la vida humana. De una parte se trata de desocultar las potencialidades y leyes de la génesis y el cambio en la naturaleza y en el hombre ---lo que se define como interpretar (aforismo XXVI)--- Francis Bacon sostendrá que "la interpretación es la obra natural y verdadera de la mente en cuanto se conecta con las cosas" (aforismo CXXX de la parte II del NO). De la otra se trata de realizar las potencialidades descubiertas. El mismo Francis Bacon nos confirmará en esta fundamentación suya de la ciencia experimental moderna, la identidad de origen de la ciencia y de la técnica (NO aforismo CXXIV de la parte II: "Verdad y utilidad son las cosas en sí mismas") así como la abundancia inagotable de la naturaleza en materia de posibilidades y recursos que pueden ser sacados a la luz por la inteligencia y la habilidad del hombre en el manejo de ese diálogo (NO, parte II, aforismos CIX al CXV).
6. Desde esta perspectiva clásica la eficiencia del actuar humano descansa en dos supuestos de orden metafísico. El primero es el de la inagotabilidad de los recursos potenciales ocultos en la naturaleza. Este es un supuesto que descansa en uno previo. La naturaleza es potencialidad infinita por si misma, la cual se despliega eternamente sin que existan límites posibles a su creatividad ni a su capacidad de autoregeneración y multiplicación. El segundo, es que el hombre es un agente eficaz de la manifestación de tales posibilidades y abundancias infinitas a condición de constituirse en un agente dialogante ---de organismo vital a organismo vital--- que se conforme a la ley racional o Nomos que vincula a ambos y no en una fuerza dominante que violando ese Nomos que los une opere por la fuerza.
7. La eficiencia epistémica y técnica del hombre frente a la naturaleza propia y universal se muestra de tal forma como una poiesis (de poieo: hacer brotar o florecer la hierba, suscitar, poner al descubierto) que los clásicos, en el origen prefilosófico del pensar perciben como una poiesis universal que encuentra su modelo en los campos de la agricultura y la ganadería (Hesíodo) o de las artes (Pitágoras). Su presentación más arcaica se remite a los mitos fineses de la creación en los que Wainamoinen hace nacer el mundo cantando sus rapsodias al son del kántele, o en los mitos griegos de Orfeo y del Apolo Hiperbóreo en los que la obra del artista se manifiesta como una pretechné que hace emerger la mansedumbre o la armonía. Desde este punto de vista, un corolario inevitable de los dos principios antes mencionados: en esta relación del hombre con la naturaleza no se implica la noción moderna de progreso en cuanto acumulación exponencial de logros, sino la recurrencia orgánica de un ciclo semilla-fruto-semilla en el que la tierra fructifica de modo infinito y en el que la visible y tangible manifestación de la abundancia oculta responde de manera inagotable al cuidado humano. El hombre técnico aparece aquí no como un mecánico sino como un cultivador (Hesíodo), un pastor (Heidegger) o un artista (Pitágoras). La consecuencia de esta doble relación dialéctica y orgánica del hombre con la potencialidad infinita de la naturaleza debería manifestarse pues en una evolución orgánica continua en la que el develamiento sucesivo de recursos nuevos antes ni siquiera sospechados respondiera a un diálogo armonioso entre la ciencia y la técnica de un lado y la naturaleza desde el otro. Un diálogo conducido por la metafísica del hombre con el telos universal que la naturaleza y él comparten. Si ésto fuera así la tierra estaría por definición en condiciones de sustentar un numéro infinito de habitantes en cuanto su asociación con los humanos se traduciría no en un enforzamiento de la naturaleza por la técnica sino en una adaptación contínua de la técnica a las condiciones que la naturaleza pone en funciòn del telos compartido. Independientemente del número de hombres no habría ni podría haber escasez ni agotamiento de recursos. Es en estos términos que parecen haber entendido originariamente la noción de evolución y de progreso no solamente Francis Bacon sino sus discípulos lejanos Henri de Saint Simon, Auguste Comte, Stuart Mill, Emile Durkheim, Herbert Spencer y en general todos los pensadores de la escuela estructural organicista que promovieron en el siglo XIX el mito del progreso.
8. Como uno de los más importantes derivados de esta visión del hombre, la naturaleza y sus relaciones mútuas, se propone en el siglo XVII el pensamiento de John Locke, fundamentador del liberalismo clásico, en lo que respecta a la propiedad y la riqueza y sus reflexiones en lo que respecta al dinero y al capital (An Essay concerning the true original state and end of civil Government, 1690 Cap. V ·#24 sts.). La riqueza es, según éste, la disposición de lo que naturaleza otorga para la propia subsistencia. La base de la riqueza es la tierra que es un bien común así como lo que ésta produce de por sí. Propiedad es el producto de la acción de la persona --que por naturaleza es propietaria de si misma--- sobre lo producido de la naturaleza y ello porque el trabajo le agrega algo que es propio suyo. Así la propiedad es el producto de la conjunción entre el producto de la naturaleza y el trabajo. La tierra puede ser apropiable solo en la medida en que es mejorada por el que lo hace. El límite de la apropiación está en la capacidad de uso. Más allá es ilícita. Es el trabajo el que establece las diferencias de valor. El valor deriva de la utilidad para la vida. La fuente de la utilidad es la duración del bien. Al desaparecer esa duracion la pierde y queda solamente la funcion acumulativa. El desperdicio de lo acumulado y no usado para la vida es un delito contra la propiedad. Ello establece el límite justo de la acumulación. El dinero es un bien simbólico de alta durabilidad cuyo objeto es el intercambio de bienes consumibles. Al prestarse sin embargo a la acumulacion se convierte tambien en un objeto de ésta y se convierte en un instrumento generador de escasez artificial. Aun hoy --sostiene-- habría recursos para mantener mucha más gente, si la invención del dinero y el consenso de atribuirle valor no hubiese establecido las grandes posesiones y el derecho a ellas por el deseo de poseer más de lo necesario. Las observaciones de Locke reproducen, por anticipado, las de quienes se oponen hoy a las políticas de reducción de la natalidad con el argumento de que la causa del problema no está ni en un exceso demográfico ni en un agotamiento real de los recursos del planeta sino en una mala orientación de nuestros sistemas polìticos, económicos y tecnológicos.
El problema de la tecnología, los recursos y la organización humana para su administración, definida la tecnología como "la organizacion racional de la tecnica para poder dominar y manipular la fisis de conformidad a sus propias leyes" (Niekisch, Ernst: 1995) ha sido discutido insistentemente a lo largo de todo el siglo XX por algunos de los más importantes filósofos del período: Gehlen, Arnold: Die Seele im technischen Zeitalter, 1957. Heidegger, Martin: Von Wesen und Begriff der "Physis", 1939; Zeit des Weltbildes 1938; Nietzsche: Der europäische Nihilismus 1940; Über "Die Linie", 1955; Die Technik und die Kehre, 1962. Jünger, Ernst: Der arbeiter: herrschaft und gestalt, 1932; Die totale Mobilmachung., 1934; An der Zeitmauer., 1959; Der Weltstaat ; Organismus und Organisation., 1960; Werke.,1960; Philemon und Baucis, 1975; Aladins Problem, 1983. Jünger, Friedrich Georg: Die Perfektion der Technik, 1968. Niekisch, Ernst: La Técnica Devoradora de Hombres, 1995. Spengler, Oswald: Der Mensch und die Technik,1930. Schmitt, Carl: Der Nomos der Erde im Volkerrecht des jus publicum Europaeum, 1950. A pesar de las inevitables diferencias implicadas en distintas posiciones de escuela, la mayor parte de las críticas recaen sobre uno o todos de los siguientes supuestos incorporados a la vigente idea de progreso: la inevitabilidad de la acumulación exponencial del saber técnico, su unidireccionalidad y su bondad intrínseca. El núcleo común en la argumentación radica en la inversión de la relación jerárquica que articula telos, forma, eficacia y potencialidad o, alternativamente, Dios, Razón, Hombre y Natura y la manifestación de esta inversión como inversión en la relación jerárquica de la ciencia y de la técnica. Estas inversiones aparecen como directamente vinculadas a las que habían sido criticadas ya por Nietszche en el siglo XIX y que en la discusión contemporánea definen al tránsito de la postmodernidad en marcha como el de una "línea de la nada" o irrupción del nihilismo en el universo de valores.
Resultará de utilidad a este respecto sintetizar algunos de los principales de estas críticas siguiendo la línea de su razonamiento: la técnica moderna no es un saber sobre la naturaleza sino solamente un manejo o manipulación con el objeto del dominio sobre la naturaleza y en general mediante el instrumento. El hombre moderno está acostumbrado a ver objetos y no existencias. Obliga a aparecer las cosas de una determinada forma que ella impone en virtud de su propia ley instrumental. Es abortamiento o provocación. Hacer abortar productos que la técnica arrebata a la naturaleza de su movimiento natural. A la técnica moderna sólo le interesa que los elementos de su orden de actuación se sometan al orden de eficacia y utilidad decidido unilateralmente por ella misma. De esa forma es un modo de interpretación del mundo decidido de antemano y que no sólo determina los medios de transporte, la distribución de alimentos o la industria del ocio, sino toda la actitud del hombre en sus posibilidades; ésto es, acuña previamente sus capacidades de equipamiento. Invertida la figura originaria de vínculo instrumental orgánico con la naturaleza por la cual la ciencia y la técnica develan los recursos hasta entonces escondidos a la conciencia humana pero al mismo tiempo que lo hace se reorienta a sí misma y a la ciencia en dirección de un más satisfactorio acoplamiento en el servicio simultáneo del bienestar humano y del orden natural, la técnica es ahora más bien una cosmovisión que sintetiza la esencia metafísica de la modernidad y la postmodernidad. Está instalada de tal modo en nuestro mundo que ninguna de las formas de vida de éste se libra de ella. Se obliga a todo lo existente a figurar en el dominio que de antemano la estructura de dispositivos ha predispuesto. El hombre, la vida, la política, la economía, la naturaleza, la ciencia, todos los ámbitos de lo real han sido ya predispuestos en tal forma. .El hombre se vuelve esclavo de la técnica. La política se vuelve prolongación del sistema y el sistema se destruye. A un determinado estadio del desarrollo técnico corresponde siempre una forma particular de estructura económica, sostiene Niekisch desde una postura marxista. Pero ---hace notar--- el dominio adquirido por la tecnología en nuestro tiempo introduce rigideces insalvables que impiden ese cambio de estructura.
Arnold Gehlen, creador de la moderna Antropología Filosófica, se expresa en el mismo orden de ideas. En la Era de la Técnica ---sostiene--- la técnica se erige en el centro de sí misma e invierte la escala de prioridades en la relación entre hombre y mundo. La técnica se convierte en el criterio único de evaluación del conocimiento científico o la satisfacción económica. Deja de ser un medio y se convierte en potencia rectora que lo subordina al cálculo mecánico ignorando las dimensiones biológicas y espirituales del hombre. Se trata de una inversión de valores en la que las sociedades renuncian a otorgarse una funcion directiva subordinando el orden institucional a los subsistemas económico-racionales de modo que todo lo vivo, incluyendo el conjunto social queda sometido al cálculo técnico. El conjunto de las relaciones socioculturales tiende a disgregarse y ser sustituído por la mera eficacia técnica. Ello busca legitimarse en las filosofías de la modernidad y la postmodernidad. Como solución a este problema, Niekisch propone un ,movimiento de retorno de la estructura utilitario-cuantitativa hacia la cualitativa-solidaria, del emplazamiento antinatural de la técnica a la posición natural. Gehlen, de su parte, nos propone un retorno desde lo mecánico hacia lo orgánico en una post-ilustración. Caracteristicas: la tecnica debiera retornar a su condición originaria de instrumento, sometido a valores orientados a la adaptación entre hombre y entorno y al servicio de lo humano. Ello implicaría, por necesidad el abandono de las premisas ideológicas de omnipotencia de la razón calculante. Una verdadera revolución del pensamiento y los valores en que ha terminado sosteniendose la sociedad contemporánea. Niekisch no ve otra solución que la revolución marxista: "El odio que América y Europa dispensan a Rusia es la protesta del espíritu técnico-individualista que choca contra las barreras de autodefensa orgánica que le impiden completar su labor de destrucción biológica. El mundo occidental en su irresponsabilidad individualista se siente afrentado y provocado por la existencia de un pueblo que se ha impuesto a través de la severa disciplina de la responsabilidad", escribió no mucho antes de la caída del muro de Berlín. Gehlen propone profundizar la revolución hasta el plano metafísico. Carl Schmitt es, entre todos ellos, el que se muestra más optimista en la coyuntura de este fin de siglo: "Lo que viene no tiene por qué ser pura desmesura, ni una nada enemiga de todo nomos. Pueden emerger justas medidas y pueden tomar forma proporciones razonables, incluso en medio del combate cruel entre las antiguas y las nuevas fuerzas. También aquí existen dioses que gobiernan. Inmensa es su grandeza". El hombre --piensa--- volverá a ser la medida de todas las cosas.
ALGUNAS OBSERVACIONES FINALES
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Cuatro ideas originadas en el pensamiento griego estuvieron presentes en el pensamiento científico y tecnológico de occidente hasta fines del siglo XIX para irse luego desvaneciendo poco a poco.
La unidad de la naturaleza y de la vida
La renovabilidad infinita de los recursos naturales
El dominio de un telos sobre el proceso de la naturaleza y de la vida en conjunto
La relación dialéctica o dialogante entre naturaleza y hombre
1. En lo que respecta a la primera, ésta se mantiene vigente todavía como trasfondo a las primeras ideas de progreso. En el siglo XIX sigue siendo explícita en el positivismo orgánico de Henri de Saint Simon, en el de Augusto Comte y en el de sus seguidores desde Emile Durkheim a Herbert Spencer. Y también en Carlos Marx. Persiste parcialmente en las Ciencias Sociales francesas y británicas aunque está ya en vías de desaparición. Desaparece gradualmente junto con estos últimos esfuerzos enciclopedistas para dejar paso a un divorcio cada vez más acentuado entre la visión del hombre y la visión del mundo natural. Lo natural y lo humano representaban hasta entonces dos aspectos de una realidad unitaria. Con esta desaparición se hace visible por primera vez en el mundo moderno la idea de una separación entre las Humanidades, las Artes y las Ciencias y se inicia la gradual declinación de la presencia de las humanidades en el currículo escolar y universitario. Al mismo tiempo se abre la puerta para la superespecialización y compartimentalización de los lenguajes especializados y las disciplinas, tan lamentada por Werner Heisemberg, Niels Bohr y el Premio Nobel Ylia Prigogine en su libro ya clásico La Nueva Alianza. Intentos para retornar a esta visión unitaria han sido realizados más recientemente por la Teoría General de Sistemas de von Bertalanffy, por Gregory Bateson, por Rupert Sheldrake y muchos otros más. La crítica al paradigma iniciada por Thomas Kuhn atañe tambièn a este problema.
2. En lo que toca a la segunda, ésta domina hasta el siglo XVIII apoyada en los textos científicos de los griegos y sostenida por la química tradicional. Su última polémica estuvo centrada en la cuestión de la renovabilidad de los recursos minerales. Lo que se hallaba en el trasfondo era la idea clásica de que el mineral es una sustancia viva que se genera y regenera de modo contínuo en la profundidad de la tierra y que se encuentra sometida a un proceso de generación, alteración, maduración y corrupción análogo al de los seres vivientes. La tesis sostenida por los químicos clásicos fue que los minerales en la secuencia del plomo al oro representaban solamente fases de maduración en un mineral viviente y único que se reproduce de modo contínuo e infinito mientras están en la veta. De conformidad con ésto se daba por supuesto que las vetas agotadas se regeneraban a condición de que se las dejara descansar el tiempo suficiente. La.tabla periodica de los elementos, al aparecer, fue vista desde esta perspectiva como una mera tabla evolutiva de minerales que, por maduración se transmutaban de manera natural en veta. La víctoria de la nueva química en la polémica, hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XX, trajo consigo una nueva clasificación del mundo natural entre sus aspectos muertos o inertes y no regenerables y los vivientes regenerables por sí mismos o con auxilio humano. Con ella la idea de la no renovabilidad de cierto tipo de recursos comienza su dominio.
3. Hasta los orígenes de la idea de progreso y aun a fines del siglo XIX se sigue considerando tanto el proceso natural y humano como el de las ciencias y las técnicas como conducidos por un telos u objetivo universal que no es otro que el de la infinita actualización de la potencia infinita de materia y naturaleza. En tanto que ese telos se reconoce como siendo común a naturaleza y hombre se reconoce en éste al agente eficaz y conciente del proceso. Es decir en cuanto operador conciente y voluntario de un proceso que se definirá como progreso y en el cual el desarrollo de la naturaleza y el del hombre se considerarán inseparables. Es ésta la idea que se halla presente en forma explícita en la metafísica del socialismo utópico de Fourier y que reaparecerá mutatis mutandis en la teoría moral y natural de Marx y Engels. La declinación del telos se inició imperceptiblemente en la obra de Francis Bacon, en el siglo XVI, cuando éste privilegió las relaciones entre la materia, la forma y la eficiencia como parte de la búsqueda de su arte de las trans-formaciones. Bacon no negó el telos sino que lo dio por consabido como función de la razón y voluntad humanas, capaces de reconocerlo y realizarlo en la naturaleza. La negación del telos alcanza su formulación y victoria definitiva el año 1970 con la aparición del libro de Jacques Monod, Le Hasard et la Nécessité. El abandono de la visión del telos tiene consecuencias importantes sobre las orientaciones tecnológicas de la modernidad tardía y la postmodernidad. Su vigencia condicionó las operaciones técnicas a una identificación del telos implícito en la materia con el objetivo de auxiliar a ésta en su explicitación y realización. Su desconocimiento decidió el tránsito de las operaciones técnicas de la orientación orgánica a la orientación mecánica --aquella que violenta o fuerza la teleología-- lo que, de conformidad con Aristóteles no puede sino dar lugar a la aparición de "abortos" o "monstruosidades".
4. En en lo que respecta, finalmente, al diálogo entre naturaleza y hombre éste hace su primera aparición moderna en la filosofía natural de Francis Bacon bajo la forma del énfasis que éste otorga a la experiencia o experimentación como punto de partida de un movimiento dialogante en el proceso inductivo-deductivo. Anclando de este modo la experiencia con la teorización Bacon intentó asegurarse de un dominio equilibrado entre las tendencias empíricas de la psique humana y sus tendencias abstractistas. Se asegura con ésto que la naturaleza no aparezca nunca bajo la forma de abstracción y que el empleo de las generalizaciones de carácter formal ---lógicas o matemáticas--- no conduzca a una pérdida de anclaje en el campo de experiencia humana en cuanto tal. Uno de los pasos más importantes hacia la ruptura de éste anclaje ha estado señalado por la filosofía crítica de Kant y por la frontera insalvable que ésta termina por fijar entre ambos campos. Más adelante pensadores como Windelband y Dilthey se encargarán de reforzar esa frontera estableciendola entre las llamadas disciplinas idiográficas y las llamadas nomotéticas y contribuyendo de ese modo al divorcio entre las Humanidades y las Ciencias. El problema llegará a un primer plano en los tiempos en que Marx y Engels iniciaron su polémica sobre las relaciones entre la Teoría y la Praxis. Vinculados con ésta cuestión están los procesos de ultramatematización y abstracción que aquejan hoy a nuestras ciencias y que invaden inclusive el campo de las Humanidades. La naturaleza, humana o no, tiende a virtualizarse en esta posición de ruptura del anclaje, reduce su cualidad a cantidad contable y ésta a mera probabilidad. La teorización termina por autonomizarse moralmente en lo que respecta a sus consecuencias prácticas. También vinculados son los modos de objetivación abstracta que dominan hoy el paradigma y que terminan rematando en el supuesto de una naturaleza que, en su relación al hombre, es independiente de la conciencia social, moral y cultural de éste y de sus formas de organización. Sobre este punto y en sus Tesis sobre Feuerbach Marx trató de alcanzar una visión más equilibrada y cercana del anclaje baconiano. Es evidente que en una naturaleza cuya manifestación depende del diálogo con lo humano, la escasez y la abundancia, el agotamiento y regeneración de los recursos, el equilibrio o el desequilibrio de las relaciones ecológicas se hallarán siempre en dependencia de los sistemas culturales, éticos y sociales de las colectividades humanas con las que se da la interacción. A este respecto también la contribución de Bateson y su escuela.
Lima 1998
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